Cuando se acabe
el verano y los días en la alberca con los chicos corriendo de un lado a otro
se hayan ido, cuando el sol comience a ocultarse más temprano, y cuando la
brisa del mar que roza tu piel ya no me sepa dulce, tu amor de temporada se me habrá
escapado de las manos, y yo solamente lo dejaré ir como el viento, acariciando
hasta su última molécula sin que siquiera notes que me importa, siempre he tenido
talento aparentando. Y no es que quiera decir cosas que no siento, o ser alguien
más, pero acaso debería derrumbarme sobre ti, pues no, esta vez me pondré bolas
“¡Vete! Y no vuelvas, que conmigo no serás
feliz” mientras en mi mente ensordece un silencio que suena a “Adiós, mi amor”.
Porque si yo no soy fuerte, ¿Quién más lo será?
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